Por Osvaldo Jiménez Vázquez
Especialista mastozoólogo del Gabinete de Arqueología, Oficina del Historiador de la Habana, Cuba
Las cuevas de Cuba guardan en sus recintos
importantes testimonios gráficos de nuestros primitivos habitantes. Estos
testimonios, conocidos como arte rupestre, están plasmados sobre paredes,
techos y formaciones secundarias de más de un centenar de cuevas.
El arte
rupestre cubano lo conforman dos tipos de manifestaciones, las pictografías y
los petroglifos, ambos relacionados con creencias religiosas. Una de las pictografías
más enigmáticas de Cuba, hoy infelizmente desaparecida, se encontraba en la
Cueva del Ciclón, espacio hipógeo conectado con la Cueva del Gato Jíbaro,
enmarcada en el Sistema Cavernario de Bellamar, costa norte de la provincia de
Matanzas.
El hallazgo de este pictograma fue realizado por integrantes del
grupo espeleológico Norbert Casteret entre abril y mayo de 1981, como parte de
los estudios arqueológicos que realizaban en la región (imagen 1). La pictografía había
sido realizada sobre un manto estalagmítico, formación secundaria situada a
unos 25 metros
de la entrada de la cueva y a unos 10 metros de una dolina de disolución y
desplome que se halla en el centro geográfico del antro. El carbón vegetal fue
el material empleado en la ejecución de la misma, por lo cual su color era negro.
Su altura no superaba los 10 cm.
Tanto la pictografía, como un conjunto de murales pictográficos localizados a
12 metros de esta, representan conceptualmente el estilo de “líneas inconexas”
(Maciques, 1988), el cual fue ejecutado por aborígenes preagroalfareros
(siboneyes). La cultura material rescatada en esta localidad confirma la
relación cultural, apareciendo en las excavaciones practicadas, restos de dieta y sílex tallado (Leonel Pérez Orozco, com. pers).
Imagen 1: Foto original de la pictografia de la cueva del Ciclon, ciudad de Matanzas, Cuba. |
En busca de la verdad
sobre este asunto, acudimos a Leonel Pérez Orozco, actual director de la
Oficina del Conservador de la Ciudad de Matanzas, quien fuera presidente del
grupo espeleológico Norbert Casteret en los momentos del hallazgo de la
pictografía. Este buen amigo, quien ya no cree que la pictografía representara
un primate, nos facilitó la única imagen fotográfica que existe de la misma
(imagen 1). La reconstrucción ideal y la fotografía no pueden ser comparadas
correctamente, pues la primera representa una vista frontal, y la segunda, por
problemas de espacio dentro de la cueva, fue tomada desde un plano inferior. No
obstante, se observan diferencias. Por ejemplo, en la fotografía la cabeza
tiene forma ovalada y no está encajada entre los hombros, por otra parte, los brazos
están más abiertos y ambos son iguales, a diferencia de lo que se observa en la
reconstrucción. Las piernas, por su parte, están dibujadas en la reconstrucción
con un trazo único, en tanto, en la foto apreciamos trazos discontinuos, como
corresponde al estilo de líneas inconexas. Esta pictografía sugiere, más bien,
una figura antropomorfa danzando o adorando, quizás represente un chamán en
medio de un evento religioso.
Imagen 2: Interpretacion de la pictografia del Ciclon. Notece que esta reproduccion no es fiel a la original. |
Existen hechos de
otra índole que refutan la representación de un mono en este pictograma. En
primer lugar, los aborígenes preagroalfareros y agroalfareros (taínos) cubanos
habían sustituido desde siglos atrás los referentes faunísticos continentales de
su cultura, de tal manera que en el arte precolombino, sobre todo agroalfarero,
son motivos reiterados lechuzas, búhos y murciélagos. Algunos autores (Harrington,
1921; Arredondo y Varona, 1983) opinaron que ciertos diseños modelados en las
asas de recipientes de la cultura antes citada correspondían a rostros de
monos. Sin embargo, en la actualidad se considera que tales diseños representan
rostros de murciélagos (Rodríguez, 2000; Rodríguez, 2002; Borroto y Arredondo,
2011), animales que, al igual que aves nocturnas como búhos y lechuzas,
estaban posiblemente relacionados con
el Coaybay, lugar a donde van las opías o almas de los muertos, señorío de
Maquetaurie Guayaba (Pané, 1984). Por
último, las investigaciones paleontológicas demuestran que el mono de Varona (Paralouatta varonai) única especie de
primate del Cuaternario endémica de Cuba, se extinguió mucho antes del arribo
del hombre precolombino a Cuba (Silva et
al., 2007), y el mono de Montané (Ateles fusciceps), descubierto en la Cueva
de la Boca del Purial en 1888, fue introducido hace menos de 300 años desde
Sudamérica (Miller, 1916b; MacPhee y Rivero, 1996).
Referencias
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